lunes, 20 de diciembre de 2010

“Tratado sobre garabatos, tonos telefónicos, y conversaciones inspiradoras, con afinación en “LA” Allegro Andante, Opus 45.”

Título del tratado más breve: “El arte del teléfono. De Graham Bell, a la Birome, dos grandes inventos”.

(Ya sé que el título mas breve del tratado, no es mucho más breve, pero incurriré en negar tal cosa, y tal otra.)

De mi libro: “Tratados que tratan de tratar algo, pero sin dejar de tratarlo, sea bien o mal, de eso se trata, y eso trato”

Buscando siempre respuestas en este mundo antagónico y agónico, como las respuestas del mismo tono que las preguntas, justamente hablando de tonos, arribo -o abajo- a un tema de tono grave: El teléfono y su cercana relación con el arte.

Debido a esta relación que encuentro podrán pensar que perdí la razón, y quizás estén en lo cierto. Si les digo que están en lo cierto, les estoy dando la razón, aunque quizás solamente se las esté prestando, y no perdiéndola de hecho, a menos que no me la devuelvan. Es por eso que les pido, si les doy la razón luego me la devuelven, o bien, terminaré desquiciado.

Es sencillo ver la relación entre teléfono y arte, por ejemplo, en el ámbito de la música. Más allá de los diferentes rings de cada teléfono en particular, incluso a veces con melodías o llamadas en espera de la Sinfonía Nº9 de Beethoven interpretados con el lenguaje musical digno del jueguito electrónico "Mario Bros.", intentaremos ir más profundamente en los conceptos, acercándonos a la parte más honda de la pileta conceptual sin un guardavidas que salte al rescate ante el ahogo definitivo.

El sonido del tono telefónico es una nota musical, el “LA”, y cuando no existían aún afinadores digitales que hoy se consiguen en cualquier casa de música, los guitarristas de antaño, de una manera totalmente ingeniosa, recurrían a escuchar el tono del teléfono para afinar la 5º cuerda, que pulsada al aire es un “LA”, y luego, se procedía a la afinación de todas las cuerdas restantes, ya sin teléfono, y sin mucha idea. Es sabido que muchos grandes guitarristas mientras afinaban la 5º cuerda con el tubo descolgado fueron llamados varias veces en esos instantes por prestigiosas compañías discográficas que les propondrían giras internacionales, negocios millonarios, y grabaciones íntegras de sus obras, pero al darles ocupado desistían de seguir llamando. Es célebre el caso de Lumbar Latters, gran guitarrista de Jazz, quién ya sumido en el total ostracismo y la pobreza más cruenta, se enteró de estos llamados que lo hubiesen posicionado incluso por sobre el mismo Wes Montgomery. Al ver su desgracia, Latters se suicidó ahorcándose con el cable del teléfono. Como último mensaje dejó una nota escrita para la posteridad que comenzaba con el tono “LA…” y lo que sigue, por una cuestión de buen gusto trataremos de obviarlo.

De esta forma vamos asomando al balcón de las ideas que me traen a este tratado, pero trataremos de no caer al vacío, sino más bien, arrojarnos a la total incoherencia de los conceptos. Vemos que el teléfono, entonces, está estrechamente vinculado al arte, y saliendo de la música con sus tonos de afinación -un tanto crueles para Lumbar Latters- entramos al mundo del dibujo y el teléfono, en el cual, entre Graham Bell y la Birome, se cruzó la dupla de inventos que inspiró técnicamente a grandes artistas de trazos gestuales y llamadas telefónicas. Nos preguntamos entonces, aunque sin utilizar signos de interrogación: Quién alguna vez, mientras hablaba por teléfono, no comenzó a ensayar algún tipo de garabato, miscelánea, trazo fino y grueso, según la conversación, más profunda o más superficial. En mi caso, el tema de la conversación telefónica asociado al dibujo es a tener en cuenta. Durante esa actividad, lapicera en mano sobre papel, encontré grandes obras inesperadas al cabo de varios minutos, más allá de las cosas inesperadas que me decían por teléfono, incluyendo algún insulto. Es un hecho que, en incontables anotadores y cuadernos de oficinas y hogares, yacen escondidos miles de dibujos producto de largas conversaciones, y en el marco de sus líneas encontraremos la expresividad inédita del trabajo inconciente del artista/parlante, producto de las inconciencias que muchas veces intervienen en estas charlas, muy acordes a sus interlocutores y sus respectivos parloteos.

Albert Loisseau, gran artista, dibujante y pintor, fue uno de los primeros en aplicar estas técnicas telefónico-pictóricas. Es sabido que mientras todos sus colegas escapaban al sonido torturante del ring telefónico para no desconcentrarse durante su inspirado trabajo, dejando claras instrucciones a sus secretarias con la orden “no estoy para nadie”, o bien, “si preguntan por mí, dígales que me fui al Congo Belga”, Albert, por el contrario, pedía incansablemente a familiares y amigos -e incluso a desconocidos- que lo llamaran por teléfono ininterrumpidamente para dibujar garabatos excelsos en la concepción definitiva de sus grandes obras. Como parte de la técnica era menester prestar poca atención a la conversación, basando sus diálogos en monosílabos o frases cortas como: “Ahá”, “Sí, claro” “Porqué no” , “Uuuhhh!!”. Con estas conversaciones hizo grandes logros artísticos, pero terminó enemistado con todos al ser muy poco atento. Debemos decir que sus obras no eran tan grandes, ya que eran realizadas en pequeños anotadores, pero sí, uno de sus discípulos, Antoine Tinnieau, supo ver el defecto en su maestro, y en vez de tener pequeños anotadores, poseía grandes bastidores y telas en los cuales pintaba enormes obras manuscritas mientras mantenía largas charlas telefónicas. Pero Antoine tenía otro defecto, incluso peor que el de su maestro, ya que en esos grandes bastidores no dibujaba, sino que tomaba notas de las conversaciones, direcciones, datos, que nada tenían que ver con el dibujo, y sí mucho más con una conversación telefónica. Su más celebre pintura se titula “Cita” y es una obra de 1,50x3 mts., que dice: “Mañana a las 14 hs. en Av. Charles Floquett y Rue Dupleix”.

Entre los que dedican sus vidas al telemarketing, es conocido el caso de un telemarketer autodidacta llamado Horacio Lunatto, el cual, a diario se dedicaba a importunar con sus llamados telefónicos a miles de personas ofreciendo diferentes servicios y promociones con insistencia y soberbia, ganándose el odio y el insulto de mucha gente. Esto lo preocupaba sobremanera ya que no deseaba ser odiado, sino más bien, amado. Descubrió entonces que a través del arte y los dibujos realizados durante sus charlas telefónicas de promoción -y molestia a los demás- lograba cautivar a muchas otras personas con la inobjetable profundidad artística y expresiva conseguida en sus temáticas y trazos. Fué recibido en el ambiente artístico con fervor, pero con algunos problemas. En su primera exposición, todos estaban maravillados con su obra, hasta que alguien deslizó el rumor que en realidad, Horacio era un telemarketer de los más despiadados e insistentes. Aunque pocos dieron crédito a esto, comenzaron a dudar, y la admiración de sus seguidores se transformó en ira. Un rechazo de lisa y llana decepción cundió entre el público asistente, por lo cual tuvo que ser custodiado hasta un lugar seguro luego de ser perseguido por la turba encolerizada de todos sus fans desilusionados ante la noticia tristemente reveladora, y alguno de ellos, reconociendo ser una víctima de sus insistentes ventas telefónicas. Para contrarrestar esto Lunatto anunció su retiro del negocio del telemarketing, pero grave fue su desgracia, ya que no conseguía inspirarse de otra manera que no fuese en relación a llamar insistentemente ofreciendo servicios de internet más barato, promociones de autos 0 km., o ambulancias a domicilio, recibiendo insultos, siendo odiado por todos. En notables declaraciones vía telefónica con el diario matutino "El Tipógrafo", dejó bien clara su posición: “Debido al prejuicio de algunas personas estoy en la ruina, pero si usted acepta comprarme un servicio de banda ancha no se arrepentirá, aunque ya tenga uno, le ofrecemos uno mejor, y si me dice que no, le ofrezco una línea de larga distancia con minutos libres, o bien un celular, aunque ya tenga uno, el que le ofrezco es superior”. El cronista contestó: “No gracias, ya tengo”, a lo que Horacio respondió: “¿Y qué celular tiene?, mire, el que le ofrezco es mejor aún que esa porquería”...la conversación se prolongó por un rato hasta que el cronista le cortó molesto, quedando inconclusa la nota. Pero sabemos que Horacio, en esos instantes, quizás realizó una de sus más grandes obras.

Más olvidado aún es el caso de Rupert Raport, quién se la pasaba hablando por teléfono en su recordada posición habitual del tubo entre hombro y oreja, dibujando en interminables jornadas sus grandes obras maestras. Atesoró así, una obra de magnificencia en la técnica de la birome, pluma fuente y lapicera, derivada claramente de sus charlas telefónicas. Sin conseguir demasiada notoriedad en su momento, cabe destacar que su obra fue reconocida muchos años después de su muerte, y esto pasó, ya que la dificultad para reconocer sus obras se basaba en el hecho que no las firmaba. Luego muchos se comenzaron a preguntar cómo hablaba tanto tiempo por teléfono, si la mayoría de sus amigos y familiares señalaban que conversaban pocas veces con él en un mes por esta vía. Mediante arduas investigaciones se descubrió al fin que no poseía línea telefónica alguna. Al parecer, Raport, simulaba extensas charlas telefónicas como parte de su técnica con un tubo desconectado. Si bien estas conversaciones eran ficticias, al menos para todos resultaban creíbles, incluso para él mismo, por lo cual, algunos cronistas llegaron a la conclusión que era un caso grave de demencia.

Muy bien, hemos de reconocer que entre llamadas de corta y larga distancia quizás asome entre nosotros la inspiración, junto a inolvidables garabatos que nos definan como artistas potenciales. El aporte del polémico Graham Bell, quién no descubrió el teléfono, pero lo patentó, ha sido entonces revolucionario en el arte, aunque odioso en las formas, y dió una herramienta de inspiración a grandes artistas, y sobre todo, grandes beneficios para las compañías telefónicas. Al menos, si no descubrimos en nosotros un gran artista tras largas conversaciones por teléfono con papel y birome en mano, trazando líneas y definiendo formas, entonces hagamos como Graham Bell, y busquemos a quién sacarle algún invento para patentarlo nosotros mismos.

Se corta la comunicación, hay interferencias, o está ligado. Este tratado llega a su final, y junto a la interrupción de la comunicación, se interrumpe la inspiración…habrá que llamar a reparaciones, o colgarse de otras líneas.

Muchas Gracias, hablamos más tarde. Saludos para todos.



jueves, 16 de diciembre de 2010




miércoles, 15 de diciembre de 2010


EL MONJE Y LA MOSCA


 


martes, 14 de diciembre de 2010

 

Comunicado de Papá Noel: Chicos, les informo que cambié de dirección. Debido al calentamiento global y el acelerado derretimiento del Polo Norte, temiendo un pronto naufragio, me mudé al Polo Sur. Pueden escribirme a “Base Marambio - Apartado Postal 25 - JO-JO-JO- Antártida. Espero que dure”.