sábado, 23 de octubre de 2010


Tratado sobre Artistas inéditos, artesanos editados, e intentos de expresión fallidos, que quedaron en el olvido, por el simple hecho de habernos olvidado de ellos.


De mi libro: “Tratados que tratan de tratar algo, pero sin dejar de tratarlo, sea bien o mal, de eso se trata, y eso trato.”

(Ex Titulado: “Tratados”)

(Volví a cambiar el título del libro, ya que me fué imposible despegarme de su primer intento nominal. Si bien creo que el anterior era más sintético, dejaba cuestiones de lado que deben estar explícitas, pero siempre vuelvo al problema de su efectividad, ya que mucha gente sólo llega a leer dos o tres palabras de la tapa, y lo deja. A veces supongo que no es desechado por la cantidad de palabras, sino por el poco interés que suscita entre los lectores. Quizás deba dedicarlo a gente que no tenga el hábito de leer, a los no lectores, para finalmente, lograr tener éxito. Esta explicación se hizo un poco extensa, pero como verán, tengo problemas de síntesis.)

Si hay algo que debe reconocérsele al género humano, es la expresión de su cultura mediante las artes. Cuando somos cautivados por alguna de sus disciplinas y obras artísticas, ya sea la pintura, música, danza, cine, literatura, teatro, etc. Es allí, cuando nos da la sensación que el género humano vale la pena, y después de todo, en el fondo, es bueno.

La historia y los contextos socio-culturales, de alguna forma seleccionan, eligen, ponderan a ciertos artistas por sobre otros, muchas veces por su increíble talento, y muchas otras, por el mismo talento de los empresarios que manejan sus carreras y cuentas bancarias. De esta forma, muchos artistas quedan fuera de la memoria colectiva, y sólo acceden a los colectivos que los llevan de un punto de partida, a un punto de llegada, dentro de un recorrido urbano. Intentaremos rescatar en este tratado, algunos pasajeros de estos transportes públicos colectivos, que ensayando grandes obras maestras y concepciones expresivas inéditas, sólo logran ser olvidados, y la posteridad se ocupa de hacer justicia con ellos, sumiéndolos en la amnesia de los libros de arte.

Las vanguardias artísticas del siglo XX, los modernismos, buscaron nuevas formas de expresión, y nos dejaron como testimonio e influencia sus grandes reformas al arte clásico. Entre ellos, uno de los arquitectos más ignotos, ha sido Rossino Rossini, quién se incorporó a la vanguardia artística del “Futurismo Italiano” con ansias e ilusión. Gravemente desanimado se retiró de la primera reunión del grupo vanguardista, al decirle uno de sus integrantes: “¡Compagni Rossini! El Futurismo es una vanguardia artística, no un oráculo donde se adivina el porvenir”. Rossino, quedó en el ostracismo, y se dedicó a comer ostras, declarando: “Si bien soy arquitecto, siempre quise dedicarme a las premoniciones del futuro” y realizó crusos de Tarot para llegar a resolver sus dilemas artístico-existenciales, y de paso, proyectó varias construcciones arquitectónicas que siempre quedaron inconclusas por estar más preocupado por el futuro, que por el presente pragmático de la Obra en Construcción.

Otro arquitecto muy renombrado por el olvido, ha sido Garson Garsens, el cual, perdiendo totalmente el interés por la modernidad y sus vanguardias, buscó resignificaciones en los espacios y materiales de construcción, enfocándose en sociedades tribales de organización nómade especializada en repeler bajas temperaturas. Hoy en día, se dedica a diseñar y construir unos Iglúes que están bárbaros, inclusive en zonas de altas temperaturas, dónde aún, no consigue que duren más de unas pocas horas en pié.

En la escultura, hemos de seguir olvidando al gran Benito Rigganti, admirador de la belleza de la anatomía del los cuerpos femeninos, que reproducía en sus obras con gran exactitud y dominio de la técnica. Un dia anunció su retiro, dejando de ser un activo escultor que modificaba la materia con su expresión, para dedicarse a ser un pasivo observador de la belleza de la anatomía femenina, cosa que lo obsesionaba sobremanera. En conferencia de prensa, al preguntársele el porqué de este cambio, dijo: “Para mí, no hay nada mejor que sentarme a observar los esculturales cuerpos de las ragazzas que pasan todos los días por aquí, en Piazza Pazza.” La Piazza Pazza, sigue siendo lugar de culto para los pocos discípulos de sus enseñanzas, y se juntan asiduamente en este espacio para admirar mujeres, decirles piropos, alguna que otra guarangada, y claro, ensayar con audacia incontables chiflidos amorosos, dedicados al arte natural de las féminas.

En la Gran Música, la Música Clásica, recordamos con mucha dificultad, al maestro Bernhard Stranheindtrer. Nacido en Suiza, es notable en su obra, la continua referencia al silencio de las notas blancas y al gran valor de las negras. Al revisar su biografía, entendemos el porqué. Cansado de la frialdad de las mujeres alpinas, decidió trasladarse al Congo, dónde sus morochas y calurosas mujeres, lo recibieron con los brazos abiertos. Hoy en día su obra quedó perdida en la oscuridad de los tiempos, al igual que él, quedando perdido entre los bellos y oscuros cuerpos de aquellas fogosas mujeres.

Saliendo por la entrada, llegamos a la Música Popular, y es realmente olvidable el caso de Amarel Amarindo, cantante de boleros, quien comenzó su carrera con estrepitoso suceso en el Bar “Trópico de Capricornio”. Con su endulzada voz, llegó a enamorar a toda la platea femenina, cautivando febrilmente a cualquier mujer que escuchase sus románticas expresiones musicales. Así como comenzó, terminó su carrera, ya que la platea masculina, se encargó que no cantase más, también de una manera estrepitosa.

En la literatura, la poesía no es un género menor, y arrastrando de los pelos un recuerdo, llegamos a un accidentado poeta: Mandilo Méndez. Se sabe que sufrió graves accidentes en el transcurso de la realización de sus obras, y averiguando las implicancias de estos hechos, supimos que procurando nuevas formas expresivas en la palabra rimada, comenzó a ensayar versos demasiado arriesgados, peligrosos, accidentados, por lo cual, terminaba siempre en el hospital, con graves contusiones, fracturas expuestas, recurriendo muchas veces al uso de cuellos ortopédicos. Su aporte hoy, es igualmente bienvenido, y esas peligrosas incursiones en la literatura poética, han dado a la luz un nuevo género: La “Poesía Extrema” o “Rimas de Riesgo”. Hoy en día, algunos intrépidos siguen practicando este arte, pero con medidas de seguridad más ajustadas.

Otro escritor célebre, aunque menos recordado, es Pedro Omar Cifuentes. Literato de gran producción, se sabe que de un día para el otro dejó de escribir. Sin saberse los verdaderos motivos de la pérdida de su inspiración, hay una teoría basada en un testimonio anónimo de una persona, que por ser anónima desconocemos, así como también desconocemos de qué forma llegó a conocerse este testimonio anónimo de una persona anónima, cosa por la cual, desconfiamos totalmente de la veracidad del dato, pero a veces para reconstruír la historia, hemos de recurrir a falsedades como en este caso, pero que a la postre, pueden ser muy ciertas, o terminan siéndolo por ausencia de otros datos más veraces, tomando más la forma de chisme, que de testimonio. El chisme, o testimonio dice: “Una vez encontré a Pedro Omar Cifuentes, sentado en un banco. Al verlo apesadumbrado, mirando perdidamente el horizonte, le pregunté cómo estaba, qué hacía allí, y contestó: “He perdido la inspiración amigo, y traté de volver a las fuentes, pero he descubierto que ya no funcionan.” Este encuentro se dió frente a las fuentes de agua del Parque Municipal del pueblo, que habían dejado de funcionar casi al mismo tiempo que la inspiración de Pedro. Esto es lo último que se sabe acerca de Cifuentes, quizás una conclusión no demasiado acertada, pero al igual que las fuentes de inspiración, y las fuentes de un parque, las fuentes de información pueden fallar gravemente.

En el áera del dibujo, pintura e ilustración, trataremos justamente de ilustrarnos, en el recuerdo de algunos referentes, que finalmente, no referenciaron nada. Esta vez, con testimonios concretos y declarados ante sede judicial, más que para darles validez, se realizaron por causas legales de los autores que no viene al caso recordar. Jean Jours, un gran artista plástico, es hoy desdeñado por la historia, pero debemos reconocer su tremendo valor. Este testimonio, no nos deja mentir, aunque nos reclama más seriedad. Un testigo de su trabajo declaró: “Ayer me encontré con Jean Jours, pintor de gran maestría. En ese momento, estaba realizando una de sus más grandes obras. Al saludarme emocionado, dijo: “¡Compañero! ¡Qué gran obra estoy pintando! Aunque debo confesar que las alturas me dan un poco de impresión.” Jean Jours, estaba pintando un edificio de cincuenta pisos, y sin dudas, podemos llegar a la conclusión que su estilo…era el impresionista.
Otro caso fue el del dibujante Berthold Barthold, quién era muy diestro en el arte de los retratos, paisajismo e ilustración. Lamentablemente nunca fue reconocido, y al darse cuenta de su nula notoriedad, dijo desanimado: “Hoy me doy cuenta que realmente, estoy dibujado”. Lo único que quedó de él, son algunos dibujos de él mismo, pero realizados por algunos amigos, que lo caricaturizaron, quedando así en la historia, más dibujado que nunca.

Hasta aquí, llegamos con esta presentación de artistas en el olvido. Intentaremos más adelante hacer memoria de otros casos, basados en investigaciones tan arduas como inexactas, pero que de alguna manera, nos acercan a la Vida y Obra de estos grandes personajes que insistieron, sin repercusión, en hacer lo mejor que estuvo en sus expresivas manos. Cómo última relfexión, podemos decir que no sabemos del todo, si estos artistas fueron poco insistentes para que sus obras no fueran olvidadas, o bien, el tiempo y el olvido, fueron mucho más insistentes para que sí lo sean. Este es un dilema que por el momento, no intentaré resolver, más que nada, porque ya me olvidé de lo que estaba hablando.

Honor y loas a los artistas, y que el recuerdo reviva a través suyo, las expresiones de la humanidad toda, que en el fondo, parece ser buena.

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