domingo, 17 de octubre de 2010


“…Volver, con la frente marchita, las nieves del tiempo platearon mi sien.
Sentir que es un soplo la vida, que veinte años no es nada…”

Citando este pequeño fragmento del tango “Volver”, de Gardel y Le Pera, dejamos en evidencia uno de los ingredientes más interesantes de la filosofía tanguera: La conciencia sobre el paso del tiempo, la finitud de la existencia, y la cercanía de la muerte junto al soplo de la vida.

Como contraparte de esta filosofía agudamente descripta en muchos tangos, los cultores y admiradores de esta música, por alguna razón -como cualquier ser humano- intentan esquivarle el bulto al reloj, o más bien esquivarle las agujas, recurriendo a varias técnicas conocidas para que su estampa de purretes, no se vea afectada por estas cuestiones de relojes molestos.

Qué le vachaché!

“Si el tiempo no perdona, con su aguja, que es cruel,
Recomiendo en este verso…recurrir a un bisoñé.”

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