
Tratado sobre el refresco-bebida “Naranjú”.
Extraído de mi nuevo Libro “Tratados que tratan de tratar algo, pero sin dejar de tratarlo, sea bien o mal, de eso se trata, y eso trato.”
(Sé que el título del libro es un poco prolongado, pero así son las cosas, no lo voy a cambiar por otro ya que tengo derecho a escribir libremente -según dice mi editor- y yo a él le hago caso en todo, casi ciegamente. Este libro pronto lo estaré lanzando, por la ventana, así que estén atentos, por ahí ligan uno en la cabeza. Esta interrupción también se hizo larga, pero estoy ejerciendo el derecho que me dijeron que tengo, y no lo voy a negociar, aunque escucho ofertas.)
No entiendo porqué el refresco “Naranjú” siempre era preferido por todos los chicos -y algunos grandotes bastante mojigatos- en estado de piedra congelada, es decir, en estado sólido. Yo lo probé en esas condiciones y perdía notablemente el gusto a naranja, pasando a tener sabor de agua congelada, aunque el agua es incípida entre otras cualidades, pero bueno, era agua y no naranja, punto. Esto no sucedía para nada en su estado líquido, conservando su estridente sabor químico y naranjal en todo su tóxico esplendor.
Es verdad que el congelado duraba mucho más tiempo que el líquido, ya que en el segundo estado, desaparecía rápidamente en dos o tres sorbos, pero me pregunto: ¿Sólo por el hecho que durase más tiempo en su congelada forma, era preferible a que pierda el gusto que le daba su nombre e identidad? ¿A qué costo un purrete era capaz de traicionar ciertos ideales intensos, en pos de algunos cómodos y aparentemente más ventajosos? ¿Es preferible la prolongación de algo soso a la experiencia intensa y empalagosa? ¿Es el capitalismo que nos hace sacar más provecho compulsivamente pensando sólo en el beneficio fáctico, cuasi especulativamente? ¿Estamos destinados a ser eternos sobadores de hielo? ¿El hombre de la barra de hielo, existe? ¿El Naranjú, se bebía o se comía? ¿Era el Naranjú un experimento para manipularnos con su dilema “sólido-líquido” y todo era apuntado por agentes de la CIA para observar nuestros comportamientos en el marco de la guerra fria?
Dilemas de la niñez, que todavía hoy atormentan mi pensar, y me hacen repensar que realmente, de una vez por todas, debo consultar al psiquiatra, o bien, a un manosanta.
Buenas Noches.
Próximo Tratado: “Las Mielcitas”.
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